La Cofradía clausuraba el pasado lunes, 25 de octubre, su tercer plan de formación cofrade «Sin perder el paso», iniciado en noviembre de 2019 y que se ha dilatado en el tiempo debido a la covid-19.
Esta última sesión, titulada «La Bienaventuranza: el gran proyecto de don Carmelo en San Claudio», fue dirigida por Rafael Gil González, hermano de la penitencial desde su origen y, actualmente, seise de la misma.
En su exposición, y desde la óptica de un joven diecisiete años, Gil González repasó los orígenes de una penitencial que, gracias al impulso del entonces párroco –Carmelo Rodríguez del Cueto, a quien también recordó el capellán de la cofradía, Lauro Pérez Luengos–, fue punto de encuentro entre los distintos grupos de San Claudio. Y, sin rehuir la autocrítica y tras reconocer errores cometidos en el pasado –«que no se deben volver a repetir», añadió–, finalizó apuntando algunos de los retos que, a su juicio, tiene por delante la Bienaventuranza, entre ellos fomentar la unión del barrio, ‘acercar’ la parroquia a la gente, trabajar para el futuro de los más jóvenes, estar pendientes de los problemas y necesidades de los hermanos o crear un grupo de apoyo a los mayores.