Teodoro Valbuena Fernández, párroco in solidum de la Agrupación Parroquial San José de la diócesis de León, fue el encargado de dirigir el pasado lunes, 18 de diciembre, la sesión del plan de formación cofrade “Sin perder el paso” de La Bienaventuranza.
Bajo el título “María, la Madre de Jesús, figura del discípulo”, Valbuena Fernández se basó en el evangelio de San Juan para profundizar en las figuras de la Virgen María y de San Juan, a quienes la tradición nos sitúa al lado de Cristo en el momento de su Muerte, a pesar de que la realidad histórica pudiera ser bien distinta.
Teodoro Valbuena insistió en el simbolismo del evangelio de Juan, y nos recordó lo que está sucediendo en la cruz: ha comenzado el reinado del Hijo –la cruz es, precisamente, su ‘trono’– y la Iglesia es el germen de su reinado.
Junto a Jesús presentan gran importancia tres mujeres, una de las cuales, al parecer, ha sido ‘mujer pública’ –María Magdalena, una figura importantísima en el misterio pascual–; un pescador, Juan, el más pequeño de los apóstoles; y María, la madre de Jesús.
Valbuena Fernández recordó que Juan y María presentan una mayor importancia. De hecho, tanto el uno como la otra, al pie de la cruz, son una personalidad personal, y una personalidad comunitaria. María está entre Jesús y Juan, esto es, en la misión de la Iglesia; mientras que Juan será el discípulo que lleve adelante la obra de Jesús.
María representa a la Iglesia como comunidad de discípulos, y se convierte en imagen viva del seguimiento, de la fe y del discipulado; Juan, en cambio, personifica a la Iglesia apostólica, una comunidad de testigos autorizados.
A María se le convierte en ‘madre’ del “discípulo amado”, y Juan la acoge para aprender el seguimiento. Ella depende del testimonio de Juan y, al acoger al discípulo, acoge a toda la Iglesia apostólica.